martes, 26 de julio de 2016

LEO Y SU SUPER PODER (III)

Y después de más de 4 horas y media separados, por fin me subieron a la habitación donde estaba mi marido con el niño. Rubén corrió a la camilla, me dejó al niño en el regazo y por fin pude verlo, sentirlo, tocarlo y besarlo. Y al levantar la cabeza para decirle algo a mi marido, nos miramos y me abrazó.

Nunca antes me había abrazado de esa manera. Lo noté aliviado pero con miedo, nos volvimos a mirar y rompimos en llanto. Y me dijo que había sido la peor experiencia que había pasado. Que habían sido muchas horas sin saber de mí. De saber cómo estaba, de ver a mi hijo llorar y no poder calmarlo porque sabía que lo que quería era estar con su madre...

Las siguientes horas estuvimos los 3 solos, conociéndonos, abrazándonos, oliéndonos... y sólo nos "interrumpían" las enfermeras que entraban para controlarme. 

En ese tiempo, Rubén me explicó lo que había pasado. Me dijo que en cuanto nació Leo se lo llevaron a la habitación para hacer el piel con piel, que no se separó de su lado en ningún momento porque cuando le dijeron que se lo llevaban para hacerle las primeras pruebas y vestirlo les dijo que él también iba, y a la enfermera le pareció bien. Así que fue él quien le dio su primer baño, lo vistió y estuvo a su lado en todo momento.



No lo voy a recordar como un parto bonito, porque para mí no lo fue. Mucha gente dirá que esto no es parir, y no, no lo es. Es algo que me duele, me desgarra el alma y después de 2 meses, aún me hace llorar.
Como ya dije, antes de quedarme embarazada de Leo tenía unas ideas preconcebidas para la hora del parto. Pero mi hijo vino con un súper poder, el de cambiar a las personas, el de cambiarme a mí. Porque no, no soy la misma ni lo seré jamás. Tengo una cicatriz que me lo recuerda a diario, una cicatriz que me toco cada día para darle las gracias a mi hijo por enseñarme que la vida está para vivirla. Que no podemos dejar nada para mañana, que hay que vivir en el presente y disfrutar de cada momento.

Mi hija me dio alas y mi hijo me está enseñado a volar con ellas.


¡Besos y Feliz día!  

 



 

viernes, 22 de julio de 2016

LEO Y SU SUPER PODER (II)

Le dije a mi madre que se llevara a Noa a su casa para que durmiera esa noche allí y yo poder "descasar" ya que a las 7 de la mañana tenía que ingresar en el hospital para la cesárea.
Pero después de recoger toda la casa, hacer y deshacer más de tres veces mi bolsa y la del niño (y volver a repasar), dejarlo todo como yo quería en casa para nuestra vuelta, darme el último baño con Leo dentro y hacernos unos selfies antes del día L... a las 24.40h rompí aguas!!!

Madre mía, no lo podía creer!! Cómo había pasado, cómo podía ser posible si el niño estaba atravesado y yo tenía la cesárea programada!!

Corriendo desperté a mi marido que no se lo creía, me metí en la ducha (esta si iba a ser la última ducha juntos), nos vestimos, respiramos hondo y nos fuimos para el hospital ilusionados porque pensábamos que Leo había vuelto a darse la vuelta y podríamos vivir ese momento que tanto habíamos deseado. 


Peeero, como ya dije, son nuestros peques los que deciden como venir al mundo y Leo venía con un nudo en el cuello y había metido un brazo en el canal de parto, así que todo se precipitó. Me metieron en quirófano sin poder decirle nada a mi marido, solo recuerdo mirarlo y sonreírle. Una vez dentro, todos empezaron a correr. Recuerdo que oí decir al cirujano que no quería fallos y que no había tiempo, de la nada salió una chica muy maja, me dijo que era la anestesista y que me iban a sedar entera, que no me preocupara por nada porque no sentiría nada. Me probó un par de mascarillas, con la segunda me dijo que me relajara y respirara tranquilamente y...

De repente noto que me despierto pero tengo mucho sueño, no sé dónde estoy y tengo frío. Escucho que alguien me dice que me tengo que despertar, que no puedo seguir durmiendo... Pero tengo sueño y quiero dormir!! Las voces me dijeron que si tenía frío, les dije que sí y de repente noté algo calentito, ya vi a las 3 voces que me hablaban y me dijeron que mi hijo estaba con su padre pero que yo tenía que seguir un rato más ahí y yo sólo podía pensar en mi hijo.
Quería tocarlo, olerlo, acariciarlo y saber que estaba bien, decirle que yo estaba bien y darle la bienvenida a este mundo como se merecía, como nos merecíamos.


¡Besos y Feliz día!

miércoles, 20 de julio de 2016

LEO Y SU SUPER PODER (I)

Tengo tanto que contar que no sé por dónde empezar...

Me he tomado mi tiempo, no sabía si contarlo o no. Pero aunque no lo vaya a leer nadie, yo me voy a desahogar y explicar que sentí con la llegada de mi segundo hijo.
Y es que llevaba tanto tiempo esperando ese encuentro... Y nunca imaginé que sería de la manera en que ocurrió todo.

Desde antes de quedarme embarazada siempre quise que mi segundo parto fuera en casa. En la intimidad de nuestro hogar, respetando los tiempos y necesidades mías y de mi hijo. Pero ahora soy consciente de que no podemos decidir nada y menos la llegada de un hijo, porque al final, siempre es él quien decide cómo llega al mundo. Y creo que desde bien temprano tuve las primeras señales de que no sería como había imaginado, aunque yo me negaba a verlas.

Este segundo embarazo lo viví mucho más consciente, más serena y más tranquila hasta que llegó el tercer trimestre. Es ahí cuando todo se me empezó a desbaratar y lo único que quería era intentar asimilar todo lo que se me venía encima y acabar de disfrutar de ese momento.


Me dijeron que mi hijo estaba en una posición transversal y que si no se colocaba "bien" me deberían practicar una cesárea. Así que busqué alternativas como una desesperada desde el momento en el que salí de la consulta del ginecólogo. 
Empecé como una loca con la pelota, ya no era solo que me sentara a hacer los ejercicios, sino que desayunaba, comía y cenaba encima de la pelota. Hacía la postura del gato (yoga), me hacían cada día reflexología podal, caminaba a cuatro patas, saltaba, caminaba, subía y bajaba las escaleras del bloque donde vivo... incluso fui a que me hicieran un tipo de medicina china llamada moxibustión. Esto último, consiguió que se colocara hacia abajo!! Pero no por mucho tiempo...

Así que el jueves 19 de mayo, en la última visita con la doctora, esta me dijo que al día siguiente me harían cesárea, que ya no iban a esperar más y que por fin conocería a mi hijo. Aguanté como una campeona sin llorar en la consulta, pero cuando llamé a mi marido... ya no me pude contener. 

Al día siguiente conocería a mi hijo, pero era tanto miedo lo que sentía, tanta incertidumbre por lo que iba a vivir y tan poco tiempo para asimilar!

¡Besos y Feliz día!